La infancia constituye la etapa fundamental para educar en valores y establecer las bases para una adecuada salud alimentaria a lo largo de toda una vida. Trabajar desde edades tempranas los hábitos alimenticios, inculcando principios relacionados con la sostenibilidad, contribuirá a que se mantengan a lo largo del crecimiento y de la vida adulta. Pero, ¿cómo educar en valores desde la salud alimentaria? 

El programa Ecocomedores de Canarias cumple un papel de concienciación, tratando de sensibilizar sobre el valor nutricional de los alimentos y su impacto en el desarrollo local y medioambiental. El objetivo es crear un espacio de implicación entre los distintos actores que influyen en la educación de niñas y niños, para contribuir a que el alumnado sea consciente de estos valores. Por eso, la enseñanza de valores desde la salud alimentaria se ha de contemplar tanto dentro de casa, con la familia, como en los centros educativos, junto al profesorado y al personal de cocina. 

Desde casa 

La familia es el eje principal en la educación de niñas y niños  y ejerce un gran poder de influencia en su alimentación. Por esta razón, es  imprescindible promover una alimentación sana en casa. 

1. Involucrar a los niños y niñas

Es bien sabido que hacerles partícipes desde la infancia en las tareas del hogar ayuda a interiorizarlas, comprenderlas y disfrutarlas. En el caso de la alimentación, se puede involucrar a los niños y niñas de la casa en la compra de los alimentos y en la preparación de algunas comidas. 

Si participan en la compra, pueden ver cómo son las frutas, hortalizas y verduras antes de ser cocinadas. Es una manera de ir conociendo sus colores, formas,  tamaños, variedades y contribuyendo a que las identifiquen con mayor facilidad. Asimismo, permite educarles sobre la necesidad de promover un comercio justo, local y de cercanía, enseñándoles la temporalidad de los alimentos y la historia que hay detrás, las personas que los cultivan y cómo los cultivan. 

Cocinar los productos en familia ayuda a que conozcan los sabores, además de su textura, olores y el modo en el que pueden ser cocinados. Todo ello en una atmósfera de confianza y aprendizaje, que puede servir para estrechar vínculos entre las personas que forman parte de la unidad familiar. Esta cuestión es muy relevante a la hora de conseguir que acepten introducir en sus comidas habituales mayor variedad de alimentos. 

2. Hablar sobre los alimentos

El momento de la comida es perfecto para hablar con las niñas y niños sobre los alimentos que están comiendo. Se puede hablar de qué nutrientes posee cada fruta y verdura o de dónde proceden, siendo más conscientes de todo lo que rodea a la alimentación. Esto ayudará a que los más pequeños no vean como un premio o un castigo los alimentos, sino que disfruten, conozcan lo que comen y sientan curiosidad. 

Conversar sobre los alimentos, tanto en la comida como en el paso previo de la compra y cocinado, es una forma de interiorizar las ventajas de un mayor consumo de productos ecológicos, saludables y de temporada. La intención es contribuir a que comprendan que esta clase de alimentos poseen grandes beneficios nutricionales, así como medioambientales y sociales para el territorio. 

3. Huerto en casa o visitar fincas, granjas, etc.

Ver los alimentos durante la compra es un gran paso. Sin embargo, ¿qué mejor que conocer de primera mano de dónde proceden los productos? Plantar y cuidar pequeñas frutas y verduras en casa es un primer paso. También realizar visitas a cultivos puede ser una manera divertida y didáctica, para que los niños y niñas comprendan de dónde proceden los alimentos que consumen. No sólo eso, ya que también es una manera de ponerle cara al agricultor/a o ganadero/a que se encarga de esa producción, dándole el valor que se merece.  

Desde los colegios

Junto a las familias, los centros tienen un valor educacional vital en los niños y niñas. Facilitan el aprendizaje y la proyección de valores, así como el poder inculcar hábitos de consumo y alimentarios. 

4. La alimentación como elemento transversal del currículo educativo

El aula es un entorno de aprendizaje vital en la infancia. A través de juegos y actividades didácticas, adaptadas a los diferentes grupos de edad, el alumnado aprende distintas características de los productos que componen su alimentación. Hay numerosos recursos, conectados con áreas de conocimiento de todos los ciclos de primaria y secundaria, que permiten conocer los nutrientes de cada fruta y verdura. También de dónde proceden o cómo se cultivan, además de la importancia de la sostenibilidad alimentaria en su triple vertiente: medioambiental, sociocultural y económica. Se puede relacionar la adquisición de hábitos alimentarios saludables desde un punto de vista nutricional y también educativo y social. 

 

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5. Fomentar la dimensión educativa de los comedores

En los comedores se puede complementar la enseñanza aportada en las aulas. Se debe contemplar el tremendo valor educativo que supone el acto de comer, con todo lo que ello implica. Poder conocer, degustar y saborear determinados alimentos, que se han trabajado previamente en el aula a través de diferentes contenidos didácticos, puede ser una manera práctica de reforzar determinados contenidos pedagógicos. 

La Mesa técnica de Sensibilización (sensibilizacion@ecocomedoresdecanarias.com) contribuye a la elaboración de materiales didácticos y de recursos complementarios para favorecer la divulgación de la información y la sensibilización de los distintos valores que componen Ecocomedores.